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Informe de Actividades 1995.




15 de diciembre de 1995


Introducción

En esta ocasión informo a la comunidad respecto a las actividades realizadas en 1995 en el Instituto de Ingeniería. Este es el primer año del periodo directivo 1995-1999, para el cual la Junta de Gobierno me designó director a partir del 3 de mayo de 1995.

Mencionaré cuestiones que fueron reseñadas en años anteriores, a fin de alentarnos, al comparar lo que fue, es y debe llegar a ser nuestro Instituto, el cual continúa avanzando como miembro del subsistema de investigación científica de la UNAM, y eje del proyecto tecnológico, cada día más claro, de nuestra Casa de Estudios.

El Instituto de Ingeniería persiste en sus objetivos primordiales de formación de ingenieros de la más alta calidad y prestador de servicios de excelencia en la ingeniería. Acrecienta así su prestigio como institución poseedora de un alto potencial y una larga tradición educativa. Preocupada por impulsar el desarrollo de sus recursos humanos, académicos y administrativos, ofrece posibilidades de crecimiento profesional y estímulos intelectuales y de todo tipo que hasta la fecha han sido sumamente gratificantes.

La política interna siempre se ha entendido como el mejor aprovechamiento de los recursos, sean humanos, materiales, de infraestructura y, por supuesto, financieros, cuya fluidez obliga a la constante interrelación con el medio social a efecto de regenerar y asegurar posibilidades de solvencia en todo sentido. Este último ciclo se retroalimenta con la oferta de servicios que se proporcionan con la mayor eficiencia posible, como lo manifiesta el número de solicitudes atendidas durante este periodo. Por tanto, la creciente participación del Instituto en el desarrollo profesional del país, atestigua el grado ascendente de aceptación de sus objetivos y métodos por el sector productivo en particular y la sociedad en general.


Personal académico

El Instituto de Ingeniería está configurado orgánicamente por cuatro subdirecciones y tres secretarías. Dentro de estas siete divisiones se agrupan los miembros del personal académico y administrativo (fig 0). Las actividades específicas de cada área de trabajo pueden ser agrupadas en tres grandes líneas de investigación (fig 1), en lo que a la académica se refiere, se incluye aquí a la comunidad experta, docente y en formación profesional, esto es, investigadores, técnicos académicos y estudiantes becarios (fig 2), (fig 3), (fig 4) y (fig 5). Se considera también en este rubro la sociedad adscrita al Instituto en calidad contractual (por honorarios), lo que refleja un incremento aparentemente desbocado en el total de la población académica empleada (fig 6).

En la fig 7 se puede observar la consistencia e incremento del personal investigador, vía diversos movimientos académicos efectuados, tales como repatriaciones, cátedras patrimoniales, promociones, comisiones, convocatorias, definitividades o altas independientes. Lo anterior contrasta notablemente con el número de bajas, las cuales no aparecen significativas.

Para fines de 1995, la población académica no contractual ni becaria, derivó en un total de 166 personas (fig 8): 84 investigadores (de los cuales 2, no obstante ser jubilados, permanecen prestando sus servicios y trasfiriendo valiosas experiencias a las nuevas generaciones); 82 técnicos académicos, todos ellos distribuidos entre las 15 áreas de investigación y órganos académicos y administrativos, como lo muestran las (fig 9) y (fig 10). En estas últimas, se percibe que las coordinaciones (áreas) más concurridas son las más antiguas en el Instituto; asimismo, se avista la casi exacta relación de uno a uno entre investigadores y técnicos académicos, detalle importante si se toma en cuenta la naturaleza de sus categorías. A diferencia del año pasado, ahora la proporción de investigadores a técnicos académicos es inversa, como se puede advertir en la fig 6.

Resulta conveniente atender al rango de edades del personal académico de la dependencia. Como se ve en la fig 11, el grueso de investigadores titulares fluctúa entre los 35 y 50 años de edad. Sin embargo, se observa la presencia única de esta categoría de los 60 a los 75 años de edad, entre los cuales figuran muchos de los miembros más distinguidos del personal académico. La categoría de técnicos titulares muestra predominancia en el rango de 30 a 40 años, no obstante que tiene presencia desde los 25 años y hasta los 60. Esto último puede tomarse con ánimo si se considera que es posible otorgar la categoría al egreso de los estudios profesionales. Al examinar el periodo de permanencia de algunas categorías, preocupa la poca movilidad de las primeras, por lo que se ha iniciado un programa de superación académica adicional a los de la UNAM, el cual incluye reconocimientos, premios, concursos, definitividades, ingresos directos al nivel de investigador sin anteceder la categoría de técnico académico, a la vez que se ha configurado un sistema de remuneraciones complementarias.


Percepciones del personal académico

Como denota la fig 12, aproximadamente el 70 por ciento de la población académica recibe un ingreso entre $5,000 y $9,000, que engloba las remuneraciones nominales universitarias, una aportación adicional que otorga el Instituto como resultado de la evaluación individual al desempeño (fig 13) y el apoyo correspondiente del SNI. Los mejor pagados son generalmente quienes tienen mejor producción científica y tecnológica, son muy activos en la docencia y en la formación de nuevos expertos, utilizan de manera más eficiente los recursos y tienen capacidad para promover la venta de servicios.


Producción del personal académico

La remuneración económica del personal académico está relacionada con su productividad científica y tecnológica. De esta manera, la productividad académica es mesurable, entre otros rubros, de acuerdo con el número de publicaciones científicas generadas (fig 14). Se puede notar la prevalencia de artículos en memorias de congresos internacionales, cuyo promedio resultó en alrededor de un artículo por investigador al año. Ya que el total de investigadores es de 84, se publicaron aproximadamente 84 artículos en 1995, lo cual representa un 20 por ciento más que la producción de 1994. La fig 15, fig 16 y fig 17 muestran el número de publicaciones por línea de investigación, de entre las cuales sobresale la preocupación del ingeniero por las investigaciones relacionadas con el medio ambiente (3.25 informes por investigador al año).

La productividad y desempeño del académico es también evaluada de acuerdo con su actividad formadora de recursos humanos. Estos representan la continuidad y renovación en los esfuerzos de investigación y al mismo tiempo, permite al científico desarrollar habilidades de carácter administrativo, al optimar recursos abstractos como el intelecto y el tiempo de los estudiantes. La fig 18 muestra las modalidades más comunes en la formación de recursos humanos, en la cual se refleja la participación preponderante en el desarrollo de tesis de licenciatura (.8 tesis por investigador al año) y en la actividad docente a nivel posgrado (.8 asignaturas por investigador al año). La fig 19 alude al mismo concepto por línea de investigación.

Como estímulo a los esfuerzos que realiza el personal académico, se otorgan cada año diversos reconocimientos y premios en el ámbito de la investigación científica. En este sentido, extiendo de manera muy especial el reconocimiento propio e institucional a los premiados de este Instituto en 1995 (fig 20).


Programa de becas

El programa de becarios en el Instituto se ha visto favorecido gracias al apoyo institucional de la DGAPA, Fundación UNAM y el aporte con recursos propios generados por la entidad. Las fig 21 y fig 22 muestran la proporción de becarios por nivel académico adscrita durante 1988 y 1995. Como puede advertirse, la proporción respecto a cada uno de los niveles es casi la misma de un año a otro, no obstante que la población total de becarios se triplicó para 1995. De entre esta población de becarios, son seleccionados los mejores para ser contratados, lo cual debe estimular el desempeño de los más jóvenes que van ingresando al Instituto. En la fig 22 se percibe la distribución porcentual del importe total destinado a becas por área de investigación, con aportaciones provenientes de ingresos propios. Es posible observar que el monto completo destinado para nómina de becarios es similar al de la nómina de ingresos adicionales del personal académico, lo cual alienta la preocupación por remunerar mejor a quienes se empeñan y utilizan mejor los recursos.


Origen y destino de los recursos

La cuestión de los recursos financieros es de gran importancia. La fig 23 ofrece información relativa a la proveniencia de ingresos adicionales al presupuesto universitario, los que generalmente se llaman ingresos extraordinarios. Se hace hincapié en diferenciar los montos captados por unidad responsable o área de investigación y por aportaciones de nuestros patrocinadores a diversos proyectos. Se podrá apreciar la coincidencia lógica entre las unidades responsables que generan un volumen mayor de ingresos (Hidráulica con 18.6 por ciento e Ingeniería Ambiental con 27.9 por ciento) y el patrocinador más constante (CNA - 42.5 por ciento), dado que son proyectos patrocinados con relación al uso y calidad del agua. El concepto de Diversos comprende aproximadamente 200 patrocinadores de proyectos y servicios de ingeniería, muchos de ellos clientes privados. Por lo que toca a la Dirección, los ingresos aportados provienen principalmente por concepto de servicios de consultoría, mismos que se obtienen de empresas asociadas.

Este año, los ingresos propios no superaron el monto subsidiado (fig 24). No obstante, la diferencia obtenida al considerar los egresos, arroja un saldo positivo o reserva del periodo, aunque menor a la registrada hace un año. Esta última circunstancia obliga a la búsqueda de nuevas fuentes de recursos, a fin de no permitir el descenso de ingresos extraordinarios tan significativos para el adecuado funcionamiento y desarrollo que siempre ha perseguido la entidad.

El monto de egresos efectuados durante el año (fig 25) da muestra de la situación crítica que prevaleció en el país y que, dado que el Instituto está cabalmente interrelacionado con el medio, también padece la situación económica general.


Personal administrativo

Durante 1995 se tuvo la posibilidad de continuar estimulando al personal administrativo, que luego de ser evaluado en su desempeño, logró calificar para ser objeto de premiación, como es ya la política del Instituto. Así, se premió en esta ocasión a 95 personas, lo cual representa un incremento en el número de personal premiado, lo que se interpreta como un desempeño generalizado más eficiente (fig 26 y fig 27).


Infraestructura de cómputo

La capacidad de cómputo del Instituto incluye una red local interna que es la más grande de la UNAM. Cuenta con dos servidores UNIX y cuatro NOVELL, así como con 484 salidas de red distribuidas en 7 edificios, de 1,250 nodos posibles. Asimismo, mantiene conectadas a 343 computadoras personales y 51 estaciones de trabajo (fig 28).

Esta tiene topología en estrella y está compuesta por un switch central también llamado "backbone colapsado" y 15 concentradores unidos por 1.6 kilómetros de fibra óptica. Las redes internas de cada edificio tienen cableado estructurado y utilizan 21 kilómetros de cable de par trenzado.

Los 482 usuarios habituales (investigadores, técnicos académicos y becarios), comparten 78 paquetes de software de uso general, parte en red y parte con el usuario (fig 29).


Durante el año se atendieron 1,700 órdenes de trabajo.

La adquisición de equipo de cómputo se ha visto favorecida para impulsar el desarrollo del área de informática, la cual se reconoce como un área de apoyo estratégico a las actividades académicas y administrativas (fig 30).


Proyectos de infraestructura para 1996

Con el afán de ser mejores, que es política desde hace casi 40 años, se tiene planeado un crecimiento infraestructural para 1996 como se muestra en la fig 3.


Conclusión

La situación crítica de la economía propicia la exigencia de ser mejores científicos de la ingeniería. Toca a nuestra institución establecer estándares superiores profesionales a través de la práctica ejemplar de la ingeniería, siempre perfectible, que revela siempre nuevos retos. En una sociedad convulsa como la nuestra, el ingeniero debe ser cada vez más inventivo, original y productivo, para impulsar la dinámica del conocimiento. De ello depende que nuestro ingeniero sea competitivo y, en consecuencia, mejor aceptado en el ámbito laboral, nacional o internacional.

La calidad y cantidad de nuestra producción de investigación y formación de nuevas generaciones deben ir en aumento. Se ha alcanzado un nivel muy elevado de calidad y productividad en algunos de nuestros grupos, lo que revela nuestra capacidad para establecer estándares en las otras áreas de la profesión. Esta labor debe continuarse en las áreas emergentes de nuestra institución así como en otras universidades y centros de investigación del país, para las cuales somos el paradigma del desarrollo.